La quimioterapia a través de la radiologia vascular
La Radiología Vascular Intervencionista es una técnica que se caracteriza por realizar algún tipo de procedimiento invasivo sobre el paciente, bien sea una biopsia con una aguja, bien una arteriografía introduciendo un catéter en una arteria… Son intervenciones poco invasivas que permiten desobstruir o limpiar los conductos de nuestro cuerpo.
Es frecuente el uso de esta técnica en obstrucciones de orina, sangre o bilis pero también, sorprendentemente, en algunos cánceres.
En este último caso, se está aplicando en tumores de hígado o colorrectales.
La presidenta de la Sociedad Española de Radiología vascular Intervencionista (Servei), Teresa Moreno hace hincapié en la importancia de esta especialidad médica, ya que «es de las nueve especialidades presenciales con más trabajo en el Servicio de Urgencias».
En el caso de los tumores, la Radiología Vascular Intervencionista se realiza con más frecuencia en aquellos en los que la cirugía no es una opción, también para aplicar la quimioterapia lo más cerca posible del tumor, consiguiendo que ésta resulte más eficaz.
El resultado es una mejora sustancial en la calidad de vida de los enfermos.
Esta técnica se realiza a través de imágenes del área en la que se va a realizar, obtenidas a través de TAC, radiología ordinaria o ecografía.
El procedimiento consiste en realizar pequeñas punciones en la epidermis para llegar a los vasos sanguíneos. Generalmente a través de la arteria femoral. Desde ahí se accede a las arterias que llevan sangre al tumor y es ahí donde se liberan determinadas partículas llenas de quimioterapia. De esta manera, se consigue detener la llegada de sangre y con ello paralizar el crecimiento del tumor y así poder destruirlo.
Además, mediante la punción de una vena, se instala un pequeño dispositivo situado bajo la piel, llamado reservorio, que lleva la quimioterapia hasta las venas donde el flujo de sangre es más intenso. Esta técnica, permite administrar el tratamiento de forma ambulatoria, lo que supone una mayor comodidad para el enfermo, además de evitar las punciones en las venas de los brazos.
En el caso del cáncer de hígado por ejemplo, Moreno explica que el 5% de las cirrosis derivan en tumor; este tipo de cáncer es el sexto más frecuente en el mundo y guarda una estrecha relación con la hepatitis. La novedad es que, introduciendo una aguja y controlando su posición en el tumor con imágenes radiológicas, se intenta quemarlo siempre y cuando no sea posible llevar a cabo una cirugía.
Moreno también destacó el trabajo en equipo, a través de unidades multidisciplinares, que «es lo que posibilita los mejores resultados porque ofrece a cada paciente un trato individualizado». Los avances en el campo de la oncología, donde la radiología vascular e intervencionista juega un papel importante, no serían posibles «sin la colaboración con estos especialistas».
La Radiología Vascular e Intervencionista tiene la misma filosofía que la Hemodinámica, si bien la primera, se extiende a otras áreas.
Al igual que en la Hemodinámica, de lo que se trata es de desobstruir o desatascar el conducto afectado (a veces son los propios tumores los que oprimen conductos o vasos) e instalar un stent que asegure el funcionamiento habitual, normalizando así el paso de la sangre, bilis u orina. Una de las ventajas que tienen este tipo de procedimientos es que son poco agresivos y no necesitan prácticamente ingreso hospitalario.
Si bien es cierto que el equipamiento necesario supone un alto desembolso inicial, éste se amortizará en un tiempo relativamente corto, debido al menor nivel de ingresos en los hospitales, la aparición de menos complicaciones y la posibilidad de llevar a cabo tratamientos ambulatorios, entre otras razones.
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