La impresión en 3D: La nueva tecnología que salva vidas
En la vida existen diferentes situaciones o afecciones que pueden llevar a las personas a perder, o a no desarrollar miembros del cuerpo (trombosis, sepsis, malformaciones de nacimiento, cáncer o un accidente de tráfico. Todas estas situaciones suponen una pérdida en la calidad de vida de los afectados, que, a veces, llega a ser insuperable.
En los últimos años se ha abierto una nueva puerta para todas estas personas: la impresión 3D, que desarrolla prótesis o implantes para intentar sustituir la parte del cuerpo que ha sido amputada o no se ha desarrollado correctamente.
En 1984 el inventor Charles W. Hull patentó la primera impresora 3D, desde entonces las funcionalidades de estas impresoras han ido avanzando, sobre todo en el área sanitaria, hasta ofrecer la posibilidad de recrear, prácticamente, un cuerpo humano a base de piezas y prótesis impresas. La sencillez característica del proceso de impresión y, concretamente, los costes de la misma, son los principales factores que posibilitan que unas 50.000 personas en el mundo sean tratadas al año con cirugía guiada por instrumentos y modelos con impresión 3D, según la revista Modern Healthcare.
La impresión 3D utiliza una técnica compleja, pero que actualmente se encuentra ampliamente desarrollada, lo que hace que los costes de esta técnica sean más asequibles que los costes de las prótesis tradicionales. Mediante un escáner tridimensional, o a partir de datos procedentes de una Resonancia Magnética (RM) o una Tomografía Axial Computarizada (TAC), los expertos pueden recrear la parte del cuerpo humano que se quiere implantar o trasplantar en el paciente. Después, estos diseños se envían a un laboratorio , para ser imprimidos por una impresora 3D que, dependiendo de sus características, imprimen los elementos con diversas tecnologías.
La versatilidad de la tecnología es tal que ha dado paso a proyectos como e-Nable, una unión de personas que trabajan para crear hasta 1.500 prótesis de manos para niños de todo el mundo con un coste que es inferior a los 50 dólares, gracias a la utilización de materiales de bajo coste como el plástico, en conjunción con las impresoras tridimensionales.
España también juega un papel importante en el uso de estas nuevas tecnologías, aunque parezca que la impresión tridimensional esté limitada a países extranjeros.
A pesar de que en la actualidad la impresión 3D siga enfocada principalmente en la industria, “la mayor revolución está por venir, pues se está experimentando con tejidos orgánicos para poder fabricar órganos o prótesis humanas que encajen perfectamente con el paciente, así como para desarrollar interfaces que conecten dispositivos electrónicos con tejidos vivos. En este campo, el sector sanitario vuelve a liderar la inversión en la materia”.
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