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    La importancia del seguimiento radiológico en pacientes oncológicos

    La importancia del seguimiento radiológico en pacientes oncológicos

    En el ámbito de la oncología, el diagnóstico precoz es clave, pero igual de importante es el seguimiento posterior a lo largo del tratamiento y después del mismo. En este contexto, la radiología juega un papel esencial. Gracias a las técnicas de imagen médica, los especialistas pueden evaluar la evolución del cáncer, comprobar la eficacia de los tratamientos y detectar posibles recaídas de forma temprana.

    ¿Por qué es tan relevante el seguimiento radiológico?

    Tras un diagnóstico de cáncer, el paciente inicia un recorrido médico que incluye distintos tratamientos como cirugía, quimioterapia, radioterapia o terapias dirigidas. Pero incluso una vez finalizados estos tratamientos, la vigilancia médica debe continuar. El seguimiento radiológico permite:

    • Evaluar la respuesta al tratamiento: mediante pruebas como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET-TAC) o la Resonancia Magnética (RM), se puede ver si el tumor ha respondido, si se ha reducido, estabilizado o, por el contrario, si sigue progresando.

    • Detectar recurrencias o metástasis: muchas veces el cáncer puede reaparecer en el mismo sitio o en otra parte del cuerpo. Las pruebas de imagen son esenciales para detectarlo precozmente.

    • Prevenir complicaciones: algunas terapias pueden provocar efectos secundarios a medio o largo plazo. El seguimiento mediante imagen permite controlar órganos clave y actuar a tiempo ante posibles daños.

    ¿Qué exploraciones se utilizan más habitualmente?

    Dependiendo del tipo de cáncer y de la fase en la que se encuentre el paciente, los especialistas indicarán una u otra técnica. Entre las más comunes:

    • PET-TAC: combina la información metabólica con la anatómica, siendo una de las pruebas más completas para valorar actividad tumoral.

    • Resonancia Magnética (RM): especialmente útil en tumores del sistema nervioso, órganos pélvicos o músculo-esqueléticos. Proporciona gran detalle sin irradiación.

    • TAC (Tomografía Axial Computarizada): útil para evaluar estructuras torácicas, abdominales o cerebrales. Muy usada en el control evolutivo de muchos tipos de cáncer.

    • Radiografías: en algunos casos, siguen siendo útiles como primera aproximación para ver cambios óseos, pulmonares o vertebrales.

    • Ecografías: en oncología ginecológica, urológica o hepática, puede ayudar a valorar lesiones o cambios en órganos blandos.

    ¿Cada cuánto tiempo debe hacerse el seguimiento?

    No hay una frecuencia estándar para todos los pacientes. El calendario de revisiones radiológicas dependerá de múltiples factores:

    • Tipo de cáncer.

    • Estadío en el momento del diagnóstico.

    • Tratamientos recibidos.

    • Evolución clínica del paciente.

    • Protocolos médicos del centro sanitario.

    En algunos casos, las pruebas se realizan cada 3-6 meses durante los primeros años, y después se van espaciando si no hay signos de recaída. En otros, pueden mantenerse cada año de forma indefinida.

    Importancia del enfoque multidisciplinar

    El seguimiento de un paciente oncológico no se limita a las imágenes. La interpretación de los resultados debe hacerse siempre en un contexto clínico, coordinando oncólogos, radiólogos, médicos nucleares, cirujanos y especialistas de cada área.

    En este sentido, contar con centros especializados en radiodiagnóstico y medicina nuclear que trabajen codo con codo con los equipos oncológicos es fundamental para ofrecer una atención integral y segura.

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