El PET una técnica cada vez más utilizada para diagnosticar parkinson
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 6,3 millones de personas en todo el mundo. El Parkinson es una enfermedad crónica y progresiva que produce la degeneración del sistema nervioso central. A medida que las neuronas (células nerviosas del cerebro) se deterioran o mueren, el paciente puede empezar a notar temblores, problemas con el movimiento o problemas de equilibrio. Al ser una enfermedad progresiva, los síntomas serán cada vez más pronunciados, por tanto, los afectados tendrán dificultad para caminar, hablar o completar otras tareas básicas del día a día, como abrocharse los botones o atarse los zapatos.
El Parkinson pertenece a un grupo de patologías causantes de trastornos en el movimiento, todas tienen en común la degeneración o destrucción de las células nerviosas, lo que se traduce en síntomas muy parecidos, dando lugar a muchos diagnósticos equivocados. Un equipo médico ha conseguido clasificar estas patologías gracias al PET (Tomografía por Emisión de Positrones), una técnica de diagnóstico por imagen no invasiva, solucionando, al parecer, el problema de los falsos diagnósticos.
En medicina se ha acuñado el término “parkinsonismo”, término que hace referencia a varias patologías con síntomas muy semejantes a los del Parkinson pero que son otro tipo de enfermedades neurológicas.
Según datos estadísticos, el 80% de los pacientes diagnosticados de Parkinson erróneamente tienen atrofia sistémica o parálisis supranuclear progresiva. La primera, es una enfermedad degenerativa y la segunda, un trastorno en el que se destruyen las células del cerebro. Estas dos enfermedades neurológicas tienen síntomas muy semejantes a los del Parkinson, pero tanto su pronóstico como su tratamiento son muy diferentes, ya que el Parkinson no deriva en un acortamiento de la vida del paciente, sin embargo, en las otras dos patologías neurológicas la esperanza de vida del paciente es de unos pocos años después del diagnóstico. Diagnosticar de forma correcta estas patologías es fundamental para poder determinar cuál es el mejor tratamiento a seguir.
Científicos del Centro de Neurociencias del Insituto Feinstein en EEUU, realizaron un estudio, cuyos datos fueron publicados en la revista científica “The Lancet”, entre 1998 y 2006 para poder diagnosticar adecuadamente las diferentes patologías neurológicas. En este estudio participaron 167 personas, todas ellas con síntomas de Parkinson pero con dudas en su diagnóstico. A todos los pacientes se les realizó un PET, después se clasificaron las imágenes obtenidas, diferenciaron los trastornos de cada paciente y establecieron el riesgo de cada uno de padecer una de estas enfermedades. Posteriormente, con las imágenes obtenidas, mapearon y validaron los patrones característicos de estas tres patologías. Basándose en estos patrones crearon una técnica para calcular la probabilidad de los pacientes con un reciente pero dudoso diagnóstico de Parkinson de padecer esta patología o alguna de las otras dos: parálisis supranuclear progresiva o atrofia sistémica.
Al mismo tiempo, expertos en trastornos del movimiento examinaron a cada uno de los pacientes antes de tener el diagnóstico definitivo y sin conocer los resultados obtenidos mediante las imágenes de PET. Cada valoración médica fue comparada después con la clasificación realizada por los científicos autores del estudio.
Gracias a los resultados, el equipo médico autor del estudio pudo cerciorarse de que su método era muy riguroso (una sensibilidad del 84% y una especificidad del 97%) con un acertado diagnóstico del Parkinson, de la atrofia sistémica o de la parálisis supranuclear progresiva. La clasificación también fue muy certera a la hora de predecir el riesgo de los pacientes.
Los científicos afirmaron que la clasificación que hicieron basada en imágenes de PET era muy veraz y precisa a la hora de diferenciar los distintos trastornos parkinsonianos, pudiendo ayudar a elegir el tratamiento más adecuado para cada paciente en los inicios de la enfermedad e identificar a quienes podrían participar en un estudio clínico.
El profesor Angelo Antonini, del IRCCS San Camilo y del Instituto del Parkinson en Milán (Italia), afirmó que “la relevancia clínica y científica de estos resultados no se puede infravalorar ni desestimar. Los estudios para desarrollar fármacos neuroprotectores o que modifiquen la enfermedad están aumentando y los resultados apuntan hacia un diagnóstico cada vez más preciso y rápido”.
“Aunque las técnicas de imagen son más rentables dirigidas hacia el diagnóstico precoz, espero que estos procedimientos encuentren su aplicación natural en la identificación de candidatos idóneos para ensayos clínicos sobre fármacos o sobre procedimientos complejos (como la estimulación cerebral, los trasplantes de células madre o de tejido fetal). Pero antes de poder dar ese paso, serán necesarios estudios adicionales, prospectivos y multicéntricos, para confirmar la veracidad y exactitud de este nuevo procedimiento para clasificar los trastornos parkinsonianos”, finalizó Antonini en la editorial que acompañó al trabajo.
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